Hisotries del Sorollut

Sorollut el Bandarra

En la Vila de Gracia, en Barcelona, corría de boca en boca la leyenda de un personaje peculiar y carismático: el Sorollut, conocido por todos como «el más bandarra» del lugar. Su verdadero nombre era desconocido para muchos; era simplemente “el Sorollut”, un apodo que describía a la perfección su naturaleza bulliciosa y alegre. Nadie sabía con certeza cómo había llegado a la villa, pero una cosa era segura: su risa estruendosa y sus andanzas sin freno lo habían convertido en una leyenda viva.

La Llegada del Sorollut a la Vila de Gracia

Dicen que el Sorollut llegó una noche de verano, con una guitarra en la mano y una gran sonrisa en el rostro. Se instaló en un rincón de la plaza del Sol y, sin pensarlo dos veces, comenzó a tocar su guitarra y a cantar a viva voz. Era un espectáculo que no podía pasarse por alto. Tenía una voz grave y ronca, pero llena de pasión, y una manera de tocar la guitarra que hacía imposible no detenerse a escuchar.

Los vecinos pronto se dieron cuenta de que aquel hombre, al que todos empezaron a llamar «el Sorollut» (por su habilidad para hacer ruido, o «soroll» en catalán), tenía un don especial para traer alegría… y caos. Sus canciones iban desde baladas nostálgicas hasta coplas pícaras y burlonas. Siempre parecía tener una historia en la punta de la lengua y un trago en la mano, y cuando no estaba cantando, se le veía contando chismes y anécdotas de lugares lejanos.

El Bandarra de la Vila

Lo que hizo que el Sorollut se ganara el título de «bandarra» fue su espíritu indomable y su falta de respeto por las normas y la formalidad. Era un amante de las fiestas y no perdía la oportunidad de armar un sarao. En cada verbena, en cada festival, allí estaba él, bailando con quien se le cruzara, sin importarle la edad o el rango. Pero sus bromas y travesuras eran lo que realmente le daba fama de bandarra.

  • Las Campanas de la Iglesia: En una ocasión, el Sorollut decidió que la torre de la iglesia necesitaba «un toque de alegría». Así que subió al campanario en plena madrugada y tocó las campanas al ritmo de una jota catalana, despertando a todo el vecindario. La gente salió a sus balcones, medio dormida, solo para descubrir al Sorollut riendo a carcajadas, colgado del badajo de la campana como si estuviera en un columpio.
  • La Fuente de Colores: Otro de sus legendarios actos fue cuando, para la Festa Major de Gracia, vertió tintes de colores en la fuente de la plaza de la Vila, que comenzó a burbujear con agua de todos los colores del arcoíris. Los niños quedaron fascinados, pero los vecinos más serios se quejaron de que el agua de colores había teñido la ropa de quienes pasaban cerca. El Sorollut, por supuesto, se disculpó… con una nueva canción que se hizo tan popular que hasta los vecinos malhumorados no pudieron evitar cantarla.
  • Los Adivinadores de Gracia: Durante un verano particularmente caluroso, el Sorollut decidió que la gente necesitaba reírse de algo más que del calor. Así que, en medio de la plaza, montó un puesto de “adivinaciones”. Con la ayuda de un par de amigos, se disfrazaron de «sabios» y comenzaron a leer la fortuna de los vecinos que se acercaban. Los resultados eran ridículos: predecían que «Pep el Panadero» pronto abriría una panadería en Marte o que «Rosita la Modista» descubriría un hilo dorado que le haría rica. La gente estallaba de risa, y las colas para escuchar las «profecías» del Sorollut crecían cada día más.

El Espíritu del Sorollut

Con el tiempo, el Sorollut se convirtió en un símbolo de la libertad y la alegría de Gracia. Los vecinos lo querían, porque aunque era un bandarra, siempre aportaba un espíritu festivo que no tenía malicia. Sabía cómo hacer que la gente se olvidara de las preocupaciones y compartiera un momento de risa y camaradería. En su esencia, el Sorollut recordaba a la Vila que la vida era demasiado corta para tomarse todo tan en serio.

Con el paso de los años, los niños crecían escuchando historias de sus travesuras, y los mayores las contaban con nostalgia y una sonrisa en los labios. Cuando el Sorollut ya no estaba, su recuerdo perduró en las calles, y se convirtió en una leyenda de la Vila de Gracia, recordado por todos como «el más bandarra» de todos los tiempos.

Hoy, en cada Festa Major de Gracia, los vecinos adornan la plaza del Sol con una pequeña guitarra en honor al Sorollut, y a veces, cuando el viento sopla de cierta manera, parece que su risa resuena en las calles, como un eco lejano que invita a todos a ser un poco bandarras, aunque sea por una noche.

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dorelchetia19@gmail.com

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